Provincia de Albacete Tierra Diversa - Guías de Castilla la Mancha
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Provincia de Albacete Tierra Diversa

«La provincia de Albacete se muestra como una tierra en que la diversidad tiene su casa. Cada rincón provincial puede singularizarse con un tipo particular de paisaje. La Mancha, de disposición horizontal, se extiende por el noroeste; las Cordilleras Béticas están situadas al sur y al este; y, por último, el zócalo paleozoico que aflora en la Sierra del Relumbrar y en el Valle el Río Guadalmena, desde Alcaraz hasta Villapalacios, en el límite de nuestra provincia con las de Ciudad Real y Jaén.
Dentro de su diversidad comarcal, en primer lugar, aparece el Campo de Montiel, que se extiende por el extremo occidental de la provincia, desde Barrax y Lezuza, hasta Ossa de Montiel, pasando por Viveros, El Ballestero, El Bonillo y Munera. Con unas formas de relieve de perfil suave y numerosos manantiales que nacen en esta zona. Los más importantes de los que vierten hacia el norte se reúnen en las Lagunas de Ruidera, un espacio natural de excepcional interés medioambiental y obligada visita. Viene después la Sierra albacetense, que presenta varias alineaciones más o menos paralelas. Constituido por agrestes escarpes y pliegues simples, estas montañas forman un relieve escalonado en el que destaca el agudo pico de La Almenara, un puntal que sobresale en el perfil del horizonte.
A continuación las elevaciones prosiguen hasta Elche de la Sierra, Liétor y Hellín. Un poco más hacia el sureste se encuentra el sector de Yeste, con fenómenos de encajamiento de los cauces del Tus y el Zumeta. Ya en el extremo oriental están las fuertes cornisas de Socovos y Benizar, con estrechos valles encajados entre montañas abruptas, en los límites de nuestra provincia con la de Murcia. Hacia el sur, la Sierra de Albacete alcanza sus mayores altitudes en la escarpada sierra del Taibilla, en Nerpio, en cuya vertiente septentrional se localizan las fuentes que dan origen al Segura, río que da nombre a esta sierra.
A este paisaje montañoso, aunque menos acentuado, pertenecen también las alineaciones de la sierra de Chinchilla de Monte Aragón que se alargan por el nordeste, desde esta pintoresca población hasta el límite de la provincia de Valencia. En los amplios corredores naturales emergen “muelas” como las de Alatoz y Carcelén, y “cerros testigos” como el Monpichel.
A tanta diversidad se opone, al centro y norte de la provincia, la homogeneidad de las llanuras de la Mancha de Villarrobledo y La Roda, de Los Llanos de la capital y de la Manchuela, ámbitos de notable horizontalidad. Cielo y tierra se confunden en la lejanía, regalando a sus laboriosos habitantes la serenidad del paisaje y las más hermosas puestas de sol que puedan contemplarse. Y al transitar sobre ella, el encanto del sorprendente Valle del Júcar. Su cauce forma un impresionante cañón de escarpadas paredes, en las que se instalaron algunas viejas poblaciones que aprovecharon esas características para establecer su medieval emplazamiento roquero.”

Miguel Panadero Moya. UCLM.

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